El presidente electo de El Salvador, Mauricio Funes, inaugurará este 1 de junio una inédita era de izquierda en el país con la llegada al poder del FMLN, entre expectativas de cambios sociales y atención a los «excluidos», y con un Gobierno asediado por la crisis económica.
El periodista Funes pasará a la historia como el primer presidente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la ex guerrilla y ahora partido izquierda con la que logró quebrar en las urnas una hegemonía de 20 años de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha).
«Ahora es el turno del ofendido, ahora es la oportunidad de los excluidos, ahora es la oportunidad de los marginados, ahora es la oportunidad de los auténticos demócratas», anticipó Funes el pasado 15 de marzo, después de proclamar su victoria en los comicios.
Su administración nace entre expectativas de cambio en un país que aún sufre las heridas de un conflicto que vivió entre 1980 y 1992, y una realidad de crisis económica. Pero también inicia su Gobierno en un momento en el que una izquierda con distintos matices lleva las riendas en países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Nicaragua y Venezuela.
La precaria situación del país afronta un déficit fiscal estimado en unos 500 millones de dólares, la caída en un 9,2% en lo que va del año de las remesas desde el extranjero, el retroceso de las exportaciones, así como de los ingresos del Estado, ante la baja en la recaudación tributaria.
«Vamos a encontrar, si no se hace nada, un Gobierno totalmente desfinanciado, sin plata ni siquiera para pagar los salarios del mes de junio», afirmó Funes recientemente. Dio así un campanazo de alerta antes de que el Congreso aprobara la reorientación de 650 millones de dólares de dos préstamos internacionales y la emisión de títulos valores de crédito por 1.853 millones de dólares para atender a corto plazo compromisos del Ejecutivo, tanto saliente como del entrante.
Además, indicó que la economía salvadoreña decrecerá un 1%, lo que echa por tierra las aspiraciones de un resultado positivo de 0,5% para 2009.
Los desafíos se anticipan complejos y entre ellos se cuentan la atención a asuntos como la pobreza, la salud pública, la inseguridad, e incluso hay quienes esperan la atención de parte de Funes a agobiados deudores en riesgo de perder sus humildes casas.
Los asesinatos, las extorsiones, el narcotráfico y las violentas pandillas se han convertido en una mezcla peligrosa para este pequeño país centroamericano de poco más de 5,7 millones de habitantes, que registra el preocupante promedio de entre 10 y 12 homicidios cada día.
Las autoridades de seguridad atribuyen gran parte de los delitos perpetrados en el país a las pandillas, que en su mayoría están integradas por jóvenes de escasos recursos, a los que también se les vincula con el crimen organizado.
Fuente: INFOLATAM